11 de noviembre de 2013
28 de septiembre de 2013
4 de septiembre de 2013
Sin entrar en detalles.
Como de costumbre estoy bombeando frío, rodeado de primaveras. Los
pastos toman mujeres al sol, se apropian de ellas, de todo cuerpo caliente.
Entre la maleza se ve una chica, una principalmente atractiva. Ella lee, a
veces se propone mirar más allá de los verdes. Todo desaparece en un instante.
Ella se desfibra. Cae al pasto. Bebe libros. Hojas frías. Otoño. Estoy solo.
Titubean al caminar por acá, sienten mi presencia, lo se, pero me
ignoran, me temen. No quiero gritar, nadie me implora. ¿Estas al tanto de la
existencia de los fantasmas?
Sin entrar en detalles.
2 de agosto de 2013
Fragmentos: mañana
Nubes rojas se dilatan por la arena, toda
cotidianeidad es el infierno. La noche carga ladrillos mientras el día mezcla dolores
matutinos. ¿Quién puede elegir? ¿Qué es elegir?
El que
no come, no bebe, ni tiembla, ni duerme, ni siquiera siente el tiempo pasar: es
acaso llamado “inmortal”. Si me dan la opción mágica del pasado, presente o
futuro, la elección debe ser la felicidad dentro de la agonía. Puesto que
cualquier infame se regocija con su par en primavera.
Por eso hoy me doy cuenta que prefiero dormir en
una cama de clavos con vos, para entender el dolor y reírnos juntos. Así arrastre toda la vida mis paredes.
Aunque me fuercen yo
nunca voy a decir
que todo tiempo por
pasado fue mejor
mañana es mejor
Fragmentos: hoy
Lo quiero
con azúcar
Caminaba
por ahí, abrazando pliegues y soledades, con los ojos mirando al oscuro cuando
de repente me encuentro sentado en un banquito, gris, gris como el gris ideal,
el gris que equilibra la balanza. La habitación era cúbica y gris, gris azulado,
la sensación de des-saturación era perfectamente irreal, pero aún así me sentí
como tortuga vieja en aguas cálidas ya transitadas. A mi izquierda una puerta,
marrón, gris marrón, gris madera barata. Procedo a mirar el piso, gris azul y
al levantar la cabeza veo a una señora, consideré que ella necesitaba una
responsabilidad cual esclavo gris se prepara para la orden de su Satán:
-Quiero te.
Veo como la anciana se va por la puerta y al rato me trae el te. Miro la taza, era te común, tomo un sorbo y me invade la repugnancia. Era edulcorante. Violentamente levanto la cabeza y la mujer ya no estaba.
-Detesto el edulcorante, ¡lo quiero con azúcar!
Mi cansancio ya se transmutaba en tedio histérico, pero ya era otro día.
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De repente me encuentro parado en la habitación, la misma que ayer, pero ahora sentado en el banquito gris están Débil y Lucidez. Débil lleva puesta una túnica bordó, con una guarda amarilla al estilo Maya, Lucidez estaba como siempre. Miro al piso unos segundos y cuando vuelvo a componer el cuadro anterior, aparece la vieja al lado de Lucidez y este procede:
-Quiero te.
Veo como la anciana se va por la puerta y al rato me trae el te. Miro la taza, era te común, tomo un sorbo y me invade la repugnancia. Era edulcorante. Violentamente levanto la cabeza y la mujer ya no estaba.
-Detesto el edulcorante, ¡lo quiero con azúcar!
Mi cansancio ya se transmutaba en tedio histérico, pero ya era otro día.
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De repente me encuentro parado en la habitación, la misma que ayer, pero ahora sentado en el banquito gris están Débil y Lucidez. Débil lleva puesta una túnica bordó, con una guarda amarilla al estilo Maya, Lucidez estaba como siempre. Miro al piso unos segundos y cuando vuelvo a componer el cuadro anterior, aparece la vieja al lado de Lucidez y este procede:
-Quiero un
te por favor.
-No, no pidas te, tiene edulcorante -regaño con toda razón-.
-No, no pidas te, tiene edulcorante -regaño con toda razón-.
La vieja se
va por la puerta gris marrón barata.
-¡No se
porqué pediste te, no tiene azúcar!
Mi tedio se violentaba y la vieja aparece con dos tazones de gelatina roja: uno para L y otro para D.
-Eso no es te, es gelatina –afirmo-.
-Esto no es gelatina, no tiene consistencia de gelatina -dice L al mecer el tazón y observar el movimiento plasmático de la gelatina-.
Mientras D tomaba la gelatina, yo me olvidaba de la realidad para seguir la otra rutina.
Mi tedio se violentaba y la vieja aparece con dos tazones de gelatina roja: uno para L y otro para D.
-Eso no es te, es gelatina –afirmo-.
-Esto no es gelatina, no tiene consistencia de gelatina -dice L al mecer el tazón y observar el movimiento plasmático de la gelatina-.
Mientras D tomaba la gelatina, yo me olvidaba de la realidad para seguir la otra rutina.
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Mientras el
cuerpo no sabe de su debilidad, la mente lo prevé, pero la rutina sigue en las
dos realidades. Ahora me encuentro entre ambas: veo viejas gelatinas, tortugas
en las universidades y tes en los gimnasios. Y me irrita vivir con la molestia
de saber que la vida es un gris que no pretende ningún oscilamiento binario;
que todo está colmado de banquitos y cubos, cubos uno al lado del otro, arriba
del otro, abajo del otro, adentro del otro. Que dentro de los cubos estoy yo,
también hay algún L y algún D, muchos A, E, M, C y N y el resto del abecedario,
repetido tantas veces que ningún finito podría contabilizar. Y sobre todo,
estos mundos me molestan de forma indivisible porque te aíslan de la esencia, generan
al burgués de rutina, des-saturan hombres caligráficos y dan te con edulcorante
mientras yo lo quiero con azúcar.
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Lo quiero
con azúcar
Mi mente es
un hexaedro regular, formal y perfecto, ni una arista despintada. Su color es
gris uniforme, no hace la guerra ni la paz.
Mi hexaedro tiene a una anciana ideal, no habla y sirve te. Es silenciosa y fantasmal, delicada como una abuela.
Mi te tiene
edulcorante, no se porqué mi te no tiene azúcar. El edulcorante quiere imitar
un dulzor simétrico, pero no es azúcar.
Mi edulcorante es insípido, como mi te.
Mi te es pobre, al igual que mi hexaedro.
Mi hexaedro
es poco creativo, por ser mi mente.
Mi mente es
una rutina, parecida al infinito.
Fragmentos: ayer
Me pregunta
qué vamos a apostar, mientras yo rajo la baraja al medio.
-Humildad.
-Que sea la
humildad entonces.
Lentamente me
da las tres cartas, veo, soy mano.
-Tomá, te la dejo gratis esta.
-Tomá, te la dejo gratis esta.
De
inmediato un cinco de copas hace temer al tanto del oponente. Especula y juega.
-No te lo
canto. ¡Mato y voy!
Con dos
caballos rápidos, veo mis posibilidades, me queda solo mentir.
-A caballo eh… ¡truco!.
-A caballo eh… ¡truco!.
Un dos de
basto mío terminara su trote, se asusta fácil, soy muy bueno para descifrar.
-Quiero.
Siento que el sabor amargo mientras juego mis dos palos debajo de una sota sedienta. Veo en sus ojos el placer de ganarme, pero yo ya había perdido la humildad.
Siento que el sabor amargo mientras juego mis dos palos debajo de una sota sedienta. Veo en sus ojos el placer de ganarme, pero yo ya había perdido la humildad.
-Siguiente.
Me dice luciendo
su ancho de basto.
El crepúsculo
no dura mucho. Se pone interesante.
Guardo las
cartas latentes en su mazo.
-Ahora barajo yo, Tristeza será esta vez.
-Ahora barajo yo, Tristeza será esta vez.
-Como vos
quieras.
Sin oponerse, corta confiada. Reparto con elegancia y levanto, flor de copas, uno, dos y tres.
-Jugá dale.
Ignora mi apuro. Ve su mano y amenaza.
-¡Envido!
-Flor por atrev…
-¡No jugamos con jardinera!
-Si, es parte del juego.
Sin oponerse, corta confiada. Reparto con elegancia y levanto, flor de copas, uno, dos y tres.
-Jugá dale.
Ignora mi apuro. Ve su mano y amenaza.
-¡Envido!
-Flor por atrev…
-¡No jugamos con jardinera!
-Si, es parte del juego.
-Es una
ventaja artificial, repentina.
-Si, pero es suerte.
Se calla, le nace una expresión característica en su boca, refleja inconformidad, juega un dos de oro. No me puede inmutar.
-Si, pero es suerte.
Se calla, le nace una expresión característica en su boca, refleja inconformidad, juega un dos de oro. No me puede inmutar.
-Andate,
vas a perder cinco.
-Jugá y callate.
-¡Flor y truco!
-¡Quiero!
Mato a su dos con mi tres y juego mi dos restante. Ya perdió. Gané la tristeza. Muestro la flor.
-Jugá y callate.
-¡Flor y truco!
-¡Quiero!
Mato a su dos con mi tres y juego mi dos restante. Ya perdió. Gané la tristeza. Muestro la flor.
La mesa era
cálida, grande, linda madera, ella relucía siempre, pero más cuando los últimos
rayos del sol golpeaban de espalda a su pelo, lo peinaba mucho, tal vez eso y
el tango, seguro, me dejó como regalo espectral.
-Última
mano
La escuché decir. La combinación del sonido de esa frase con la de ver sus manos torpes intentando mezclar, me violentaba a apostarlo todo e impulsivamente miro sus ojos sin prestar atención y procedo a exigir.
-Amor.
Sigue mezclando, lamentablemente no vi la mueca de su rostro, yo estaba concentrado en el juego, excitado. Lleva su mano izquierda cargada hacia mi corazón, corto y empieza.
La escuché decir. La combinación del sonido de esa frase con la de ver sus manos torpes intentando mezclar, me violentaba a apostarlo todo e impulsivamente miro sus ojos sin prestar atención y procedo a exigir.
-Amor.
Sigue mezclando, lamentablemente no vi la mueca de su rostro, yo estaba concentrado en el juego, excitado. Lleva su mano izquierda cargada hacia mi corazón, corto y empieza.
Entre el
silencio visual contemplo mi mano. La primera carta ante mis ojos: el rey de
espadas, mi favorita, seguidas del dos de copas y del tres de copas, parecen
estar atados a mí. Primer movimiento, sacrifico a mi rey (hasta el día de hoy
me arrepiento de haber jugado tan mal). Ella procede a hablar. No me miente
nunca.
-Si esperas a que te lo cante, podes seguir esperando.
En silencio veo como el cansado espadachín sede ante el uno de copas que muestra. Un viejo amigo me traiciona, pero no me importa. Arriba de la masacre me juega un seis de basto. No pensaba mantener mi silencio.
-Ya sabes como dicen, el amor y la guerra no caminan sobre rieles, todos morimos por igual. ¡Truco!
-Si esperas a que te lo cante, podes seguir esperando.
En silencio veo como el cansado espadachín sede ante el uno de copas que muestra. Un viejo amigo me traiciona, pero no me importa. Arriba de la masacre me juega un seis de basto. No pensaba mantener mi silencio.
-Ya sabes como dicen, el amor y la guerra no caminan sobre rieles, todos morimos por igual. ¡Truco!
-Facundito,
no ves que ya perdiste, vos solo perdiste en la primera mano, jugaste mal.
Quiero re truco.
-El juego,
querida, ya se terminó. Quiero vale cuatro.
-Quiero.
Triste y soberbio, juego mis antiguas victorias sobre la mesa, las copas fieles, luego las infieles.
Triste y soberbio, juego mis antiguas victorias sobre la mesa, las copas fieles, luego las infieles.
Ella
derramaba lágrimas de odio, descontrolada y en un ataque de pánico muestra el siete
de oro, me abraza (yo a penas a toco) y me pregunta desesperada si voy a volver
a jugar con ella.
29 de julio de 2013
24 de julio de 2013
18 de mayo de 2013
30 de abril de 2013
"No todas las rosas quieren saber de algún rey"
El niño
desde su pre-adolescencia se dedicó a clavar clavos sobre una tabla de madera.
Al llegar a
su madurez se presentó la oportunidad poner en juicio su vocación y para ello
debió presentarse frente a un maestro.
Al llegar
al clímax de su destino, el joven adulto entregó su trabajo y humildemente
esperó la devolución del sabio, esperando sus elogios:
-Es un buen
trabajo el que hiciste con esta madera, tu técnica para clavar clavos es de las
mejores que he visto…
-Gracias,
señor…
-Pero estás
desaprobado.
-¿Por qué?,
clavé el clavo sobre la madera de forma perfecta e indiscutible… toda mi
infancia fue prepararme para este momento, ¡sufrir y trabajar hasta el
cansancio! Trasmuté las fibras y forjé el metal, soy la sutileza del golpe y la
danza del martillo… Fue perfecta mi obra.
-Si, pero
esa madera es roble.
El joven se
retiró del castillo, silencioso como el sueño de un arácnido. Al llegar a su
taller lloró desconsoladamente, hasta convertirse en árbol.
25 de abril de 2013
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